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La política habitacional chilena es generalmente considerada como exitosa. Durante casi una década, la construcción de nuevas viviendas ha alcanzado niveles superiores al requerido para proporcionar viviendas a nuevas familias y reemplazar las obsoletas. Esta circunstancia permite abrigar la esperanza que en el transcurso del próximo decenio todas las familias en Chile habitarán viviendas que cumplan con estándares mínimos de calidad y servicios. Este es un logro nada despreciable en un país que recién ingresa a los niveles medios de la escala de desarrollo. Además, el sector privado chileno está ejerciendo un papel cada vez más activo en la producción y financiamiento de viviendas. Este hecho es significativo si se considera que en los años setenta la mayoría de las viviendas las construía y financiaba el gobierno. Es más, la asistencia gubernamental está llegando eficazmente a los pobres y la mayor parte de los recursos públicos está beneficiando a los hogares de menores ingresos. La confianza en la política habitacional es alta entre la población de menores ingresos como demuestran la participación masiva de familias en el programa de ahorro habitacional y la ausencia de ocupaciones ilegales de terrenos. Estos logros son el resultado de un largo proceso de maduración del sector habitacional chileno. Cincuenta años de política gubernamental han consolidado los cimientos legales, institucionales y empresariales de la actual producción de viviendas y su sistema de financiamiento. Se pueden identificar varios factores que contribuyeron al éxito: un enfoque integrado del sector (que considera las necesidades habitacionales de todos los estratos de ingresos), un sistema de subsidios eficiente (el resultado de un largo proceso de experimentación y ajustes) y las reformas de los sistemas bancarios y de seguridad social (los cuales crearon sólidas instituciones de intermediación de los recursos financieros que se acumulan en fondos de pensiones y seguros de vida). A pesar de sus éxitos, el sector habitacional chileno todavía enfrenta grandes desafíos. Se hace necesario movilizar de forma más eficiente los recursos públicos asignados a vivienda. La participación directa del gobierno en la construcción de viviendas para familias de bajos ingresos y la forma de financiamiento usada, crea uniformidad en el diseño y en los planes de pago, los que no toman en cuenta las muy distintas necesidades de las familias beneficiadas ni sus diversas capacidades de pago. La falta de coordinación entre las políticas habitacional y de desarrollo urbano se está transformando en el principal obstáculo tanto para la producción eficiente de viviendas como para un crecimiento urbano ordenado y equitativo. Ha llegado el momento para que la política habitacional chilena avance más allá del enfoque básico usado en la actualidad y se torne más flexible para atraer la participación de otros agentes al mercado de la construcción de viviendas económicas. |
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